26.10.05

Carta a un millonario


La de cosas que uno podría hacer con 712.000 euros, más de 120 millones de las antiguas pesetas. Enhorabuena Enrique M., paisano mío, tú que has sido el agraciado por la diosa Fortuna. Menos mal que Dios aprieta, pero no ahoga.
Dicen que vives en un barrio populoso de un pequeño pueblo, que estás prejubilado, que rondas los 40, que estás casado y tienes dos hijos. ¡Qué suerte la tuya! Hasta te abren una entidad de ahorro un domingo por la tarde para que guardes tu boleto del Euromillón a buen recaudo. Seguro que ahora te saldrán parientes y amigos por doquier; esos que nunca te saludaban doblarán el espinazo al saber que eres tú el afortunado. Alguien dijo que el dinero no nos proporciona amigos, sino enemigos de mejor calidad. Vaya, vaya, amigo Enrique M. Las cosas que tiene la vida. Y, ¿qué harás con ese dineral, muchacho?, te preguntarán algunos. Haz lo que te plazca. Déjate aconsejar por quien te merezca confianza. Desconfía de los advenedizos y los oportunistas que se te aproximarán como moscas a la miel. Atiende a los tuyos y a los que, bajo tu sano juicio, lo necesiten. No te embriagues de éxito. Disfruta y comparte, pero guarda una parte. Que mañana no sabemos lo que podrá pasar. Recuerda que es bonito tener dinero y cosas que se compran con el dinero, pero también es muy bonito tener cosas que el dinero no puede comprar.
Decía Shakespeare que “si el dinero va delante, todos los caminos se abren”. No le faltaba razón.
Y el genial Pablo Picasso dijo en un momento de suma lucidez que su ambición en la vida era tener tanto dinero para vivir con la tranquilidad de un pobre. A eso aspiramos casi todos. Lo que pasa es que nos pasamos casi toda nuestra existencia intentándolo. Y no olvides la máxima de Menandro: “Bienaventurado el que tiene talento y dinero, porque empleará bien éste último”. Que te vaya bien, paisano.

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