28.9.05

Ranas con cantimplora


Ayer tarde tuve la ocasión de visitar un paraje salvaje y agreste, de los pocos que quizá queden en este país nuestro, que se localiza al norte de uno de los términos municipales más extensos de España: el de Lorca. Se trata del entorno del acuífero de Pericay-Luchena, cerca de la presa de Valdeinfierno. Los vecinos de esa zona andan a la greña con las autoridades -léase Ministerio de Medio Ambiente, Confederación Hidrográfica del Segura y ayuntamiento- porque se resisten a que las extracciones de agua acaben con este enclave de bello e impagable contenido medio-ambiental.
En la Región de Murcia se busca agua hasta debajo de las piedras para paliar la sequía, ante unos embalses que contienen poco más del 10 por ciento de su capacidad, una agricultura seriamente amenazada y una creciente expansión de complejos urbanísticos que demandan con urgencia éste líquido elemento.
Con Francisco Ruiz Merlos, portavoz de la Plataforma pro-río Luchena, recorrí lo intrincado del paraje donde, en su ecosistema, conviven bancos de peces y galápagos con ardillas y otras especies como se hacía hace cien años. Allí le gusta a Paco llevar de vez en cuando a su hija pequeña para que vea como es el mundo antes de que todo sea cemento y hormigón, aderezado con ordenadores y videoconsolas. La zona, de dificultoso acceso por caminos de tierra, está a unos 12 kilómetros de la pedanía lorquina de Zarcilla de Ramos, una de las afectadas hace meses por los movimientos sísmicos que sembraron la alarma sacudiendo, destruyendo o agrietando cientos de viviendas y haciendas.
Lo que se temen los vecinos es que las prospecciones en busca de agua acaben con todo en el acuífero de 115 kilómetros cuadrados y unos 961 hectómetros cúbicos de capacidad de reserva, según los expertos. Que las máquinas lo destruyan y el voraz apetito por saciar la sed de campos, huertas y pueblos acabe con un manantial único en el municipio. El ayuntamiento pide consenso, con el PSOE dividido a favor -el secretario local- y en contra -el propio alcalde- y una oposición -PP e IU- que no quieren ni oir hablar de sobre-explotaciones. Por su parte, los regantes de Lorca aseguran que, con la falta de agua, han visto reducida su actividad a la mitad y que lo que demandan son soluciones y un estudio sobre si de verdad peligra el futuro del acuífero caso de explotarse.
Mientras tanto, a orillas del Luchena, las ranas y las ardillas, que no entienden de disputas, se preguntan cuál será su futuro más inmediato. Por si acaso, ya planean realizar una excursión, en plan visita, tan sólo unos kilómetros más allá de sus actuales moradas para contemplar las perspectivas de unos terrenos donde se proyecta edificar no sé cuantos dúplex y un campo de golf. Vivir para ver.

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