
Que a
Albert Boadella lo llamaran ayer en su tierra, en Catalunya,
traidor, fascista y
payaso, tiene bemoles. Y cojones. Los
maulets irrumpieron en un hotel gerundense gritando, vociferando, rociando. Rociando, sí, con spray, a los malolientes
Ciutadans de Catalunya, por sus ideas y su concepto de lo que debe ser un país. Los
tolerantes manifestantes no fueron reducidos por los siempre leales
mossos d´esquadra, que solamente les conminaron a concluir el acto entonando
Els Segadors, como si fuese un himno patrimonio de unos
selectos catalanes frente a otros.
He oído esta mañana a uno de los integrantes de esta plataforma de intelectuales,
Francesc de Carreras, detallar el bochorno del episodio de este martes en Girona. Él, ya se sabe, que junto a otros como el propio Boadella,
Arcadi Espada,
Félix de Azúa, Iván Tubau, Carlos Trias, Félix Ovejero, Ana Nuño o
Xavier Pericay son reconocidos fascistas y que respaldaron y jalearon el Régimen anterior y que lamentaron profundamente el retorno de la democracia a nuestro país. Eso, creo yo, es lo que quieren vendernos con su dilecto proceder los transigentes
maulets.
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