1.12.05

SIDA: palabras mayores

Cuando la enfermedad comenzaba a emerger con toda su crudeza a los ojos del primer mundo -hablo de la década de los ochenta- un avezado comunicador me sugirió que me olvidara de hacer un reportaje sobre la incidencia del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA) “porque eso era algo de maricones”. Dudaba él de que el tema pudiera interesar a la sociedad en general. Luego el personaje pululó sin complejos por los mundos de la progresía político-social. Pero esa es otra historia.
Este jueves se conmemora el Día Mundial contra esta terrible enfermedad. El SIDA avanza implacable en el mundo de hoy. Y lo sorprendente del caso es el profundo desconocimiento que tenemos del mismo aunque llevemos más de dos décadas hablando y conviviendo con esa pandemia.
Un 23 por ciento de los españoles encuestados creen a estas alturas que se puede contagiar con un simple beso. Un 14 por ciento, que la infección se puede contraer por compartir alimentos; un 11 cree que se puede contagiar por la tos o por un estornudo y un 7 por compartir lugares, como la ducha o los lavabos.
Según ese mismo trabajo de campo, realizado en ciudades de nuestro país a personas de entre 16 y 50 años de edad, dos tercios de la población saben que la detección se hace a través de un análisis de sangre. Ese porcentaje corresponde sobre todo a individuos con edades entre los 21 y los 39 años, a los residentes en grandes núcleos urbanos y a personas de un estatus social medio-alto.
Unos cinco millones de personas se contagiaron durante este año de la enfermedad. Y tres millones -solo de niños- hay en el mundo afectados por el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH). Éste 2005 ya han muerto 570.000 pequeños. En España se estima en unas 150.000 el número de personas afectadas. Es decir, 3 de cada 1000 habitantes. Preocupante. Y la trágica sucesión sigue extendiéndose como reguero de pólvora.
El sexo sin medios es el causante de 7 de cada 10 casos. Dicen los expertos que la mejor arma para luchar contra el SIDA es el preservativo, aunque algunos se tapen los ojos y no sean capaces de reconocerlo. Así les va la cosa con los hipotéticos parroquianos. Prevenir es siempre muchísimo mejor de curar. Y en esta ocasión, convendrán conmigo, estamos hablando de palabras mayores.

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