Tiene mi misma edad y mi misma profesión. A él le diferencia de mí -entre otras muchas cosas- que está en la cárcel y yo, por suerte, no. Él vive en un régimen dictatorial y yo, felizmente, en uno que me aseguran democrático. A él, hace algo más de un año, agentes de los servicios secretos chinos le detuvieron en un restaurante de Shangai tras localizarle gracias a su teléfono móvil. Cuatro días después su familia recibió un aviso de la policía anunciando que estaba acusado de "proporcionar secretos de Estado a extranjeros". Las autoridades chinas sospechaban que Zhao Yan, contratado por la oficina en Pekín del diario norteamericano New York Times, podría haber facilitado informaciones sobre la dimisión del puesto de presidente de la Comisión Central Militar del ex presidente Jiang Zemin. El New York Times publicó un artículo sobre ese tema doce días antes del anuncio oficial.
El diario norteamericano ha desmentido que la fuente del artículo fuera el propio Zhao Yan. Según el periódico, el detenido estaba empleado como investigador y no como periodista. Este ex-reportero de la revista La Reforma en China es conocido por sus reportajes sobre la situación de los campesinos en China Popular.
Reporteros sin Fronteras, que le acaba de premiar en París, pide la liberación inmediata de Zhao Yan. Por su delito, puede ser condenado a la pena de muerte. Y yo, desde mi modesto rincón, me uno a su petición de libertad.
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