Acudió semanas atrás al Senado español un experto propuesto por el PP para dar su opinión sobre los matrimonios homosexuales ante la Comisión de Justicia. Se trataba del catedrático de Psicopatología de la madrileña Universidad Complutense, Aquilino Polaino-Lorente quien, según la prensa, se despachaba de esta guisa: Ser homosexual es una patología; los homosexuales son producto de un padre alcohólico y hostil y una madre sobreprotectora.
Hasta ahí, para enmarcarlo. Sin comentarios.
Pero el catedrático Polaino dijo más. Y es ello lo que me invita a la reflexión. Añadió que los niños adoptados por parejas del mismo sexo sufrirán en el futuro problemas de identidad y apostilló que no sería extraño que, en un plazo de diez años, estas personas exigieran una reparación económica al Estado por haber consentido que se haya quebrado su identidad personal. Curioso cuanto menos.
Luego he leído con sumo interés un documentado artículo que el profesor Polaino había publicado con anterioridad sobre su negativa a la adopción por parte de homosexuales, en el que se refiere a recientes trabajos de otros expertos de carácter internacional como Nagay, Socarides y Nicolosi o Lerner, que digo yo que les sonarán a los eruditos en la materia. Y Polaino concluye: Lo que está aquí en juego no es la aceptación o el rechazo de la homosexualidad, una cuestión social que, por su importancia, debe debatirse; sino el hecho de conculcar en los más desvalidos ... su ius, su debitum, lo que les es debido, aquello que les pertenece, lo que les es propio; su derecho a su salud psíquica y a una identidad personal bien configurada ...
Sin duda que el mentado profesor no estuvo en su mejor día cuando acudió al Senado y, ante el acoso de sus señorías, mal dijo lo que dijo. Mal dicho porque todo ser viviente sabe que ni los homosexuales son enfermos ni se les puede tratar como tales. Al quite, aunque un pelín tarde, estuvieron Ana Pastor, Zaplana, Ruiz Gallardón, Esperanza Aguirre o Pío García-Escudero para desmarcarse de lo expuesto por quien fuera propuesto como compareciente por su propio partido.
Hay que recordar a quien corresponda y para reflexión de todos, que hasta 1973 la Asociación de Psiquiatría Americana no retiró de su manual el concepto de trastorno para la homosexualidad. Y hasta 1990, es decir, hasta antes de ayer, esperó la Organización Mundial de la Salud para dejar de considerarla una enfermedad.
Pero, consideraciones científicas aparte, la interesada conclusión final que queda de la comparecencia de Aquilino Polaino en la Cámara Alta es lo de siempre: lo del dicho del rábano por las hojas. Menudo número.
2.7.05
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