En junio de 1994 el escritor Manuel Vicent publicó una premonitoria columna en la última de El País que tituló "Los girasoles". Faltaban pues casi dos años para que las huestes de Aznar llegaran al poder y el autor valenciano ya barruntaba lo que, desde los intestinos del PP, se podía venir encima. Sin un ápice de revancha ni sectarismo -eso al menos me pareció a mí- Vicent describió lo que, tristemente, ocurriría una vez que la bancada popular accediera a La Moncloa y a las princiaples terminales mediáticas de nuestra piel de toro.
"Cuando la derecha esté en el poder llegarán las aves migratorias, los nuevos buscadores de oro, a la planta quinta de los ministerios, y ninguno de ellos tendrá conciencia de haber mudado de ideología, puesto que el viaje se habrá producido dentro del cambio de luz que hace rotar de un modo natural a los girasoles. Veremos a algunos cantantes duros, a muchos artistas rebeldes y abstractos, a ciertos feroces estetas, a cineastas marginales, a los poetas cáusticos, a los lánguidos camiseros de la posmodernidad, pelearse entre ellos para ver quién es más de derechas, y esta lucha se prolongará contra quienes han defendido las almenas del Partido Popular desde dentro y muchos de éstos serán desbancados por los recién llegados".
El 14 de marzo de 2004 el PP cayó electoralmente, tres días después de la tragedia de Atocha. Dos legislaturas permanecieron los populares en el Gobierno de España; la primera, con mayoría simple y la segunda, con mayoría absoluta. Dicen que éste último período desencadenó la borrachera de poder y de soberbia y que, acontecimientos trágicos aparte, esos polvos trajeron los consiguientes lodos. ¿Habrá servido todo de algo?
7.7.05
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