2.10.05

El agua nuestra


Escribo desde tierra seca, yerma y derrotada. Aquí la falta de agua se ha convertido en el pan nuestro de cada día. Dánosle hoy, Señor, porque lo que son los hombres ...

El árbol ya no es árbol, ni el fruto tampoco. La huerta, otrora llamada de Europa, fenece por inanición. El agricultor abandona su azada, su legón, cansado del hastío de poner la otra mejilla cada vez que que le zurran la badana. Ahora, a esperar un mes más para ver si le abren el tablacho, como se díce por estos lares suresteños. Y mientras, el campo brama, sediento, ahíto, por un agua que es de todos y no es de nadie, que todos quieren pero que ninguno ama, que todos se disputan porque con ella se hacen votos y se ganan comicios y se llega al poder. O se pierde ese poder. Amén.

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