22.10.05

Ordenanzas para convivir



Imagen de Las Ramblas.

Han sido muchos los que han puesto el grito en el cielo al conocerse las nuevas ordenanzas para promover la convivencia del Ayuntamiento de Barcelona. Se trata de una serie de medidas que, asegura el consistorio, permitirán multar a las prostitutas callejeras y a sus clientes, a vendedores y compradores del 'top manta' y la práctica de la mendicidad agresiva. Esta normativa será el instrumento "precursor" en toda España, con el que el ayuntamiento pretende controlar a los ciudadanos que se puedan considerar incívicos.
El alcalde, Joan Clos, ha querido dejar claro que no quieren prohibir la prostitución, ni hacer un juicio ético sobre la misma, sino que pretenden mejorar la convivencia en las zonas en las que se registra una concentración de estas prácticas, con multas de hasta 600 euros.Otro aspecto novedoso de la nueva norma es la puesta en marcha de un procedimiento rápido de medidas cautelares para poder hacer efectivas las multas que se impongan por falta de civismo a quienes no residen en Barcelona y que hasta ahora se libraban de pagar.
La mendicidad agresiva, incluida la que realizan los limpiaparabrisas, podrá ser sancionada con multas de entre 120 y 1.500 euros, mientras que la compra y venta callejera ilegal supondrá multas de entre 125 a 500 euros tanto para los vendedores como para clientes, a la vez que prevé la posibilidad de que la Guardia Urbana pueda realizar decomisos del género.
Las ordenanzas prohibirán el consumo de alcohol en la calle -menos en terrazas y determinas fiestas- y esta práctica se sancionará con multas de entre 30 y 1.500 euros, con la posibilidad de hacer responsables a los padres de los menores que incumplan esta norma.
Hacer las necesidades fisiológicas, tales como orinar, defecar, escupir o vomitar en la vía pública, especialmente en las zonas más transitadas de la ciudad costará entre 300 y 1.500 euros, mientras que se pagarán de 120 a 3.000 euros por practicar algunos juegos -es el caso de los monopatines-, hacer acrobacias o apuestas de azar, como los trileros, en el espacio público.Visto desde una óptica imparcial, no parece una locura tamaña propuesta que entraría en vigor en enero próximo. Porque todos tenemos derecho a disfrutar de nuestras ciudades y a que nadie nos amargue la existencia con un comportamiento más que incivilizado.

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