24.10.05

Tragedia en Ortuella: 25 años después


Hace ya la friolera de un cuarto de siglo de cuando uno realizaba sus primeros escarceos, más o menos serios, en el mundo informativo. Tal día como ayer, el 23 de octubre de 1980, una tremenda explosión de gas propano segó la vida de 51 personas e hirió de gravedad a más de una treintena. Fue en la localidad minera de Ortuella, en la provincia de Vizcaya. Aunque todas las muertes son igual de dolorosas, cuarenta y nueve de esas víctimas eran niños que asistían a clase en la Escuela Nacional 'Marcelino Ugalde'.
El suceso tuvo lugar hacia las doce del mediodía. Los novecientos alumnos de la escuela acababan de regresar a las aulas tras disfrutar de media hora de recreo, cuando, sin previo aviso, se produjo la gran explosión, que se escuchó a más de seis kilómetros de distancia, y el suelo de dos de las veintiocho clases que formaban el mencionado colegio se derrumbó. Ciento veintiocho estudiantes quedaron atrapados entre los escombros.
Nada más producirse el siniestro, varias dotaciones de voluntarios, servicios sanitarios, equipos especiales y bomberos de todo el País Vasco se desplazaron hasta el lugar de los hechos. Durante más de seis horas, los equipos de rescate estuvieron trabajando para sacar de entre los escombros los cuerpos de los niños atrapados.
Al parecer, la explosión se produjo en la zona de las calderas del colegio, al entrar en contacto el gas propano que se filtraba a través de la rendija de una de las tuberías de conducción, con el soplete de un hojalatero que se encontraba realizando unas tareas de reparación en el sótano del edificio escolar.
A lo largo de todo el día se vivieron escenas de intenso dramatismo, con padres que buscaban a sus hijos entre los escombros y niños que sollozaban o gritaban presas del pánico. Todavía hoy no han olvidado lo vivido. Y nosotros tampoco, a pesar de la distancia, pues la emisora de radio en la que yo me iniciaba, desde Murcia, trasladó hasta el lugar a un enviado especial que nos transmitió la intensidad de la tragedia en toda su crudeza. Comenzaba mi vida profesional por entonces y ahora, 25 años después, me viene a la mente todo aquello.
Como alguien ha dicho, en esa explosión se perdió toda una generación en Ortuella. Hoy, sin duda, esos chavales serían treintañeros y estarían repletos de ilusiones y proyectos. Pero la tragedia se cruzó en su destino.

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