14.10.05

El Nobel agitador


"Creo que la política, nuestra conciencia política, nuestra inteligencia política, no han desaparecido porque si lo han hecho estamos condenados. O no puedo vivir así. Me han dicho tan a menudo que vivo en un país libre, que se van a enterar si soy libre".
Al dramaturgo británico Harold Pinter (Londres, 1930) le han concedido este jueves el Premio Nobel de Literatura.
Leo que la vasta obra de Pinter, mezcla de realismo y misterio, no lleva explícito mensaje alguno moralizante, sino que más bien trata de reflejar un mundo amenazante y violento que nace de la propia naturaleza humana y de las contradicciones de nuestra sociedad.
Su teatro político tiene que ver profundamente con razones éticas y estéticas, por ello es un teatro que siguiendo una tradición de pensamiento se vincula con “la realidad”. Todo lo político se va resumiendo en situaciones concretas, actos sencillos, con gente sencilla que se va descargando de sí misma todas las responsabilidades. Pinter asegura que el problema de la política es un problema de responsabilidades no sólo de los otros sino de todos. Y se plantea el tema de la lucha de clases a través de aquéllos que detentan el poder, ya no como en Brecht o Piscator a través de los desclasados, de la prole. Pero aquí las clases se posesionan de un sistema cerrado por accionar porque, a excepción de algunas de sus obras, las clases nunca se enfrentan.
Tres días después de su 75 cumpleaños, la Academia sueca honra con el Premio Nobel de Literatura 2005 a éste dramaturgo inglés, un escritor comprometido con la justicia y con los derechos humanos.
En el dictamen, los académicos se ciñeron a los inobjetables méritos artísticos de la obra del autor de "El montaplatos", pero para nadie escapa que, en esta ocasión, alcanza ribetes simbólicos.

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