Adiós al quinto beatle

Ha muerto George Best (Belfast, Irlanda del Norte. 1946). Para las generaciones actuales de aficionados al fútbol es posible que su nombre diga poco o apenas nada. Best, jugador internacional, balón de oro en 1968, leyenda viva del Manchester United, ha perdido su combate con la vida luchando hasta el último segundo. Cuando alguien le pidió un día que hiciera un sucinto resumen de su existencia, dijo algo así como: “Gasté mucho dinero en bebida, en pájaros –mujeres- y autos deportivos. El resto, simplemente lo derroché". Sí, la bebida fue su tumba. Le cambiaron el hígado y volvió a caer. Vivió como jugó. Con pasión, alocadamente, frenéticamente. “No mueran como yo” dicen que dijo mientras se consumía en la cama de un hospital londinense. Alguien que le vio apuntó que el mito había quedado reducido a algo de piel y huesos. Best quiso dejar como testimonio unas fotos que se publicaron bajo su consentimiento para que sirvieran como ejemplo del daño que puede hacer el alcohol a cualquier organismo. Y tuvo que ser la bebida la que le marcara el gol decisivo. A él, que en 12 años con los diablos rojos había perforado 178 veces la portería en 466 partidos jugados. A una edad temprana para un futbolista, a los 27 años, George Best tuvo que arrojar la toalla en la elite por sus problemas de salud y su agitado existir. Apuró su carrera en clubes de medio pelo. El mundo del fútbol no aplaudió ni admiró sin reservas a una figura excepcional: "Georgie Best superstar/Camina como una mujer/Y usa un corpiño/¿Dónde estás, Jorgito?", le cantaban desde las tribunas, incluso del propio Manchester United, cuando se enojaban con él. Fue un seductor durante 59 agitados años. Ha muerto el rey del regate, el quinto beatle. Sir Alex Ferguson, emocionado, dijo que sería difícil pensar en un jugador británico mejor y que todos en el club rezarán por él. George Best perdió este viernes su última copa. “El trago es el único rival al que no he podido vencer”, había declarado.