Hoy se conmemora algo así como el Día de los Sin Techo. Menuda broma. Para celebraciones está quien no tiene ni un simple tejado que le cobije. Dicen en la televisión que en España hay unas 30.000 personas de éstas, pobres de solemnidad. Por no tener, no tienen ni alma. Eso dice, al menos, uno de ellos. Otro explica que se lanzó a la calle tras separase de su mujer: "Me quedé con lo puesto". Tiene 35 años y habita entre cajas de cartón cerca de la estación barcelonesa de Sants. El frío, el viento, la lluvia y la intemperie son sus compañeros de vida. Eso, y un tetrabrick de vino barato. Esa es la chispa de su vida. Otro caballero callejero se queja de la ordenanza que en la capital catalana les prohibirá desde enero dormir en la calle. "Me da igual", dice. "Lo tengo todo perdido y aquí seguiré". Una mañana de comienzos de verano transitaba rumbo al trabajo por una calle de mi ciudad. Fue cuando observé desde la distancia a un hombre barbudo, sucio y harapiento que se incorporaba de un banco tras haber dormitado allí. Yo me acercaba caminando e iba a pasar frente a él. Pensé que me pediría algo pues me seguía con atolondrada mirada. Al llegar a su altura, instintivamente, le dije: "Buenos días". Seguí andando, pero pude escuchar tras de mí y por tres veces su inesperada respuesta: "Gracias, gracias, muchas gracias". |
21.11.05
La chispa de la vida
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